Inicio
Las habilidades sociales y la capacidad de ser socialmente competente no son asignaturas que aparezcan explícitamente en ningún currículo escolar, pero su cultivo es un objetivo central y transversal de toda la educación Waldorf. El desarrollo del entendimiento social basado en la sensibilidad hacia los demás es una facultad que implica esencialmente la educación de la voluntad. Para que eso tenga lugar, el entorno de los niños debe incluir la aptitud social en las relaciones que les rodean. Llegar a ser socialmente competente depende del compromiso interior hacia el desarrollo ético de cada adulto en la comunidad escolar.
La interacción social requiere también la habilidad de escuchar y entender a las otras personas, y ser capaces de expresar nuestros propios puntos de vista. Otra habilidad social clave es la iniciativa autodirigida y la capacidad de trabajar en algo. El impulso innato de los niños a ser activos ha de focalizarse en el juego, ha de transformarse a partir del juego creativo en la capacidad de trabajar que permite al individuo reconocer las necesidades en el mundo y ser capaz de responder.
Paradójicamente, en una época en la que los medios de comunicación electrónicos se han extendido hasta la ubicuidad, parece crecer la incapacidad de comunicarse claramente o desarrollar empatía con los demás. Los niños necesitan haber desarrollado verdaderas habilidades de comunicación antes de verse expuestos a los medios electrónicos de comunicación.
El currículo proporciona muchas oportunidades interdisciplinarias de cultivar la conciencia social de maneras apropiadas a la edad. A continuación damos algunos ejemplos:
PRIMERO A TERCERO
En pintura y dibujo los niños aprenden a reconocer que la forma sale a partir del color y que hay fronteras sutiles entre los colores. Cada color es explorado para descubrir sus características individuales y también se experimentan las distintas maneras en que los colores entran en contacto. Este proceso es la base vital para entender que los procesos sociales no están definidos con precisión o que son arbitrarios en sus relaciones mutuas. Por medio del movimiento y el dibujo de formas, los niños experimentan diferentes perspectivas, a veces enfrentándose con el mundo desde dentro, a veces como si estuvieran fuera y mirasen hacia dentro. Encontrarse en los puntos de cruce y negociar derechos de paso son también experiencias sociales importantes.
En la lectura y la escritura los niños experimentan que la relación intrínseca entre símbolo, sonido y significado no es arbitraria, que la forma y el contenido se pertenecen mutuamente, otra habilidad social importante.
El trabajo con los números es particularmente social en el énfasis Waldorf de ir de la totalidad a las partes. Experimentar la división como un compartir ayuda a establecer el principio de la justa distribución del valor añadido.
Aprender a cantar y a tocar la flauta es una magnífica educación de las habilidades de escuchar y responder a los demás. Eso también sucede con las clases de lenguas extranjeras, en las que el niño aprende a entender lo que quiere decir la otra persona basándose en una percepción no semántica (tono de la voz, lenguaje corporal) y a través del hablar mismo.
La destreza manual crea una base para la posterior captación conceptual de ideas complejas. El trabajo manual también refuerza el intenso sentido de dependencia mutua entre las personas: el granjero que comparte la lana y las personas que compran una prenda de lana, y entre el ser humano y los reinos de la naturaleza.
Hay importantes dimensiones sociales en los bloques que involucran agricultura, habilidades de trabajo y construcción de casas, especialmente por lo que respecta a los principios básicos de la economía.
CUARTO A SÉPTIMO
Se aplica la aritmética en la vida práctica y se escogen ejemplos que fortalezcan la conciencia moral y social, en lugar de abstracciones o situaciones hipotéticas. (Ejemplo de esto es La Tiendita de sexto grado.) Allí donde sea posible, es necesario que la experiencia sea vigente. En la lengua materna no solamente se practican las habilidades de comunicación, sino que el estudio de la gramática hace que las relaciones sean más conscientes. ¿Quién hizo qué, a quién, cómo, dónde y por qué? No se puede menospreciar la relevancia del lenguaje directo e indirecto en la responsabilidad social.
En historia, los niños aprenden las formas de las primeras sociedades, modelos históricos importantes de procesos sociales y políticos, relaciones interculturales, las revoluciones, las libertades individuales, entre otras. La geografía da énfasis a la geografía humana. Steiner destacó el significado social de la enseñanza de la geografía del modo siguiente:
Enseñando al niño de esta manera lo situamos en el espacio, y él estará interesado por el mundo, por el mundo entero. Veremos los resultados de eso en muchas direcciones. Un niño con el que estemos estudiando geografía de esta manera tendrá una relación más amistosa con sus semejantes que otro que no tenga ni idea de lo que significa la proximidad en el espacio, porque vivirá para sentir que vive junto con otros seres humanos y llegará a tenerlos en cuenta y a respetarlos. Estas cosas juegan un papel muy importante en la educación moral de los niños, y la falta de atención a la geografía es parcialmente responsable del espontáneo declive del amor fraternal, amor que tendría que prevalecer entre ellos.
El estudio de la naturaleza y de las ciencias cultiva también una conciencia ecológica, y la biología humana, en particular temas como la nutrición y la salud, ofrecen un importante equilibrio para enfrentarse a la influencia de la publicidad y del consumismo.
OCTAVO EN ADELANTE
Los estudiantes deberían asumir cada vez más responsabilidades sociales dentro de la comunidad escolar, como brindar apoyo a los niños pequeños, ayudar a la comunidad local, etc. Las actividades y representaciones artísticas de grupo, los viajes y excursiones escolares son todos campos llenos de experiencia social. Toda la enseñanza hay que relacionarla con la vida real y debe ser preparatoria para ella. Todos los aspectos de la artesanía y la tecnología, por ejemplo, deberían relacionarse con sus orígenes geográficos y recursos naturales, por un lado, y con sus aspectos económicos, por el otro. Es importante despertar en los niños y jóvenes un verdadero interés por los asuntos económicos y su comprensión. Con eso se relaciona la importancia de la experiencia del trabajo real en el lugar laboral con tareas que tengan sentido.
Los párrafos anteriores dejan claro que las habilidades sociales se contemplan en todo el currículum de una manera transversal e interdisciplinaria; el estudio curricular sitúa al ser humano y la sociedad en el núcleo de la enseñanza, pero es algo más que un puro contenido docente. Las estructuras escolares de autogestión y las prácticas de trabajo colegiado tienen una gran influencia a la hora de formar buenos hábitos de trabajo. En el aula, la actitud respetuosa del maestro ante cada alumno, su valor para ser veraz, su autoridad y generosidad influyen hondamente en el desarrollo de actitudes sociales en el alumno. Cuando se enseña a los alumnos cómo trabajar, cómo enfrentar los desafíos y, sobre todo, cómo aprender de los errores de una manera positiva, se está promoviendo el cambio interno en el alumno hacia conductas constructivas. A medida que los alumnos crecen, el proceso de poner en marcha su propia actividad ha de irse haciendo cada vez más consciente.
El hecho de ser socialmente competente nunca es realmente un asunto de conocimiento. La aptitud social está basada en el juicio cuerdo, que requiere un pensamiento vivo fundamentado en la experiencia de la realidad. Captar la dinámica de los procesos sociales requiere un pensamiento móvil basado en conceptos pictóricos capaces de crecimiento, adaptación y desarrollo a través de nueva experiencia y reflexión constantes. Desarrollar un pensamiento vivo es la clave para crear verdadera competencia social.