Conforme aprenden a entender el mundo físico y sus leyes, los niños y jóvenes van incrementando sus capacidades. Cuando practican el arte, aumentan su libertad creativa sin que deba haber ningún objetivo concreto. Si bien, el arte puede tener una función ilustrativa para sostener otras actividades, el arte es enseñado por sí mismo como parte del currículo Waldorf. Cuando practican actividades artísticas, los niños experimentan el reino de su propia alma. Este sentimiento de verse atrapado en el ámbito anímico debería producirse en todas las clases, en todas las asignaturas, y, por eso, el arte nunca debería experimentarse como algo separado de las clases.
Nuestro intelecto nos limita a comprender la naturaleza; el sentimiento artístico nos permite vivenciarla. Los niños que se involucran con el arte aprenden a ser personas creativas.
Pintar con acuarelas ofrece, además, al maestro de clase una oportunidad para conocer la constitución anímica de sus alumnos con mayor detalle. Los diferentes temperamentos y constituciones se revelan por lo que pintan los niños y por la manera en que lo hacen. Steiner basó sus indicaciones para el currículo de pintura en la teoría de los colores de Goethe.
Empezamos a pintar con los niños de la manera en que se hace en la pintura abstracta: pintar a partir del color. Las tareas que se emprenden deberían relacionarse con las cualidades afectivas de los colores, con calidades psicológicas definidas, como describimos los estados de ánimo: tranquilo y reservado, fuerte y audaz, frío y duro, cálido y expansivo. La forma exterior es una expresión de una experiencia interior. El maestro prepara estas experiencias contando 'historias de pintura' que traen a la vida a los colores antes de usarlos.
Cuando los niños han experimentado y explorado los colores de esta manera, con la suficiente intensidad y durante cierto tiempo, podemos avanzar hasta encontrar formas a partir de los colores: formas de minerales (montañas y piedras), de atmósferas (nubes, puestas de sol, estados meteorológicos) plantas y animales, en las que la conciencia de las cualidades primarias de los colores es fortalecida constantemente. La forma exterior ha de surgir de la experiencia interior del color.
En los cursos séptimo y octavo, a la técnica de pintar sobre el papel mojado, se añade un elemento totalmente distinto: la pintura en capas. La manera de trabajar es mucho más diferenciada y reclama paciencia y observación. El método requiere una paleta donde se pueden mezclar los colores, tiempo para observar cómo se va desarrollando la pintura y una técnica de aplicación bien practicada.